IV. Hazlo.

El otro día, cerca de mi cumpleaños (me deben los regalos, insisto...), vi un anuncio que me dejó nadando en mi propia saliva...

Los que me conocen saben que soy una "adicta" declarada a la educación y al aprendizaje en el sentido más extremo de la palabra. Para poner un ejemplo, ahora mismo andaba sacando un pan casero francés del horno porque me dio por dármelas de panadera y porque tengo un emprendimiento/experimento social que empezaré a llevar a cabo la semana que viene, así que no me resistí a la urgencia de añadir una nueva habilidad (crujiente y esponjosa) a mi ya desquiciadamente amplia lista de habilidades 😎


El cuerpo (humeante) del delito... lo puse en molde porque no tenía papel a mano. 

Siguiendo con el relato (no debo concentrarme en el olor del pan y en lo mucho que me gustaría echarle una mascadita, porque luego me tocaría tener una larga estadía en el baño debido a que no "recordé a tiempo" que soy intolerante al gluten), el anuncio tenía que ver con el Black Friday/Cyber Monday y su rebaja grosera en una materia que yo deseaba profundizar y retomar desde hace mucho tiempo, ya que la dejé de lado por motivos mecánicos (tiene que ver con diseño de vestuario y el "motivo mecánico" es mi máquina Singer modelo 666 - en serio - que definitivamente tiene el pedal poseído por el mismísimo Satán) y ahora puedo hacerme la amable al comprarme una máquina de coser exorcizable una vez ponga mis diminutos pies en Barcelona en unos meses más.

Una Karina aprendiendo es una Karina contenta, así que mi hedonismo intelectual ganó fácilmente la batalla y mi tarjeta me miró con odio una vez más, pero me pasó algo muy raro en ese preciso instante: sentí miedo. Miedo de qué, se preguntarán... y no, no es el miedo que suele venir cuando uno estudia (que oscila entre no poder internalizar - memorizar, en buen romance - y no tener buen desempeño), sino que fue el miedo a las reacciones de algunos... puntualmente, a ser tildada de plagiadora.

Palabra fuerte, ¿verdad? Pues bien, esa palabra ha sido usada en contra de mí por ciertas personas y lo curioso es que son ellas mismas las que se han batido a duelo con la vida a punta de copiar, adueñarse de cosas, bajar confianzas ajenas y victimizarse por lo que ellos mismos andan haciendo. Eso, mis queridos lectores, tiene un nombre: proyección, la dichosa paja en el ojo ajeno, el "no soy yo, eres tú" y expresiones de esa gama. Siempre hay gente así en este mundo y se te van a acercar si es que tienes una vida interesante o haces algo que ellos consideran digno de darle una probadita, para luego emularlo cuan perfume alternativo y descalificarte de las maneras más descabelladas que puedan.

Mi lado más irracional, ése que aprendió a explicarlo todo y mantener un bajo perfil a modo de mantener la fiesta en paz, quiso retroceder y dejarlo todo en secreto para "no provocar reacciones o consecuencias indeseables", pero me frené en seco. Cuan auto en carretera escandinava, derrapé en el hielo interno hasta que apreté el freno y la adrenalina me dio el derechazo de mes al materializarse en una pregunta: "¿vas a seguir escondiéndote porque a los otros les molesta que existas?". La respuesta fue tan rauda como mi pie en el freno de mi mente y dio la estructura al post de hoy: N-O, NO.

La reacción infantil, base de muchos de mis comportamientos y que arrastré hasta hace muy poco tiempo, fue reemplazada por varias cosas: molestia, hastío... determinación. Mi molestia, que tiene que ver con el hecho que exista gente así y con que yo los haya escuchado tanto tiempo, tiene dos maneras de disiparse y ambas van de la mano del entendimiento: entender que ellos no van a cambiar a no ser que su incomodidad le gane al estancamiento presente y comprender que yo estoy haciendo algo por avanzar día a día. El hastío, al ir ligado a la molestia y resuelto rápidamente, se fue por donde vino, quedándome la determinación para ponerle voz a todo esto que ando escribiendo hoy.

Hay gente así, proyectiva, en todos lados, pero depende únicamente de uno en darles o no el control. No voy a caer en la típica victimización invalidante de "ha sido tu culpa", porque hace muchísimo más mal que bien y puede ser neutralizada con una frase bastante simple: "lo he hecho lo mejor que he podido", cosa que es la absoluta verdad. Lo vital acá es la actitud, y ésta se puede ir limando y perfeccionando con prácticas diarias que tienen que ver con darle a la gente el sitial que corresponde. Verán, el detalle en estos casos suele tener que ver con ponerles demasiada levadura (hablando de pan) a los demás y dejarte sin pan ni pedazos a ti mismo (sigamos hablando de pan), sobrevalorar aquello que no tiene por qué merecer ese trato y echarte el buque abajo sólo porque has decidido que tu voz no tiene el suficiente peso en tu propia vida. Es tu vida, OK? Vívela como se te plazca, porque andar en tus zapatos es algo que nadie más que tú puede hacer y lo estás haciendo lo mejor que puedes con las herramientas que tienes hoy y que has ido ganando con el tiempo. Ellos son meros extras en tu increíble obra, así que puedes sacarlos o darles menos guión cuando se te plazca 😉

Mañana iré a comprarme las telas para el proyecto y ver los materiales que necesito para mi regreso al mundillo de la moda luego de 17 años mirando mi máquina de coser con ojos de susto. Todo es en este proyecto es a mano, así que me salvaré del exorcismo esta vez y, entre puntada y puntada, iré dándome cuenta que la felicidad de lo realizado pesa muchísimo más que los reproches de quienes son incapaces de dar al mundo sin intentar quitar primero y que el "hazlo" que disparó mi mente dio en el blanco de algo que sí vale la pena: mi valor como persona.

Si hay algo que quieres hacer, hazlo. Eres el protagonista y genio creador de tu obra... aparte que cuentas con mi permiso 😄

¡Hasta la próxima! 😎

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